La palabra “duelo” (del latín dolus), significa literalmente “dolor”.
Fue descrito en el libro “La aflicción y la melancolía” de Freud en 1917, donde según el psicoanalista este término debía ser utilizado para dar cuenta de los procesos psicológicos que apartaban del muerto los recuerdos y esperanzas del sobreviviente. Como explica la psicóloga clínica de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile María José Gálvez: “Existen 7 rasgos comunes que caracterizan a las pérdidas: La toma de conciencia de que el ser ya o está; La angustia como reacción de alarma; La búsqueda del ser querido y la necesidad del reencuentro; La cólera , a veces acompañada de violencia y de un sentimiento de culpa; El sentimiento intimo de la pérdida de una parte de uno mismo; La identificación con el objeto , adoptar características, pertenencias, etc.. y las variantes patológicas del dolor. Y agrega que en esta situación de vida también pueden presentarse señales claras como humor depresivo, perturbaciones del sueño, dificultad de concentración y pérdida de memoria, falta de apetito o baja de peso, aumento en el uso de calmantes o somníferos, desinterés y culpa, y en casos más extremos cris de pánico, alucinaciones, y temor a la locura”.
Hay que destacar que las características del duelo en el adulto mayor son distintas a las del resto de la población, sobre todo cuando se trata de la muerte del cónyuge. Entre ellas la especialista destaca:
*- Reacciones más sostenidas e el tiempo con una mayor dificultad a la adaptación.
*- Existe la búsqueda , generalmente en la familia, de un sustituto que brinde seguridad.
*- En mujeres es normal un proceso de desadaptación por trámites relacionados con lo económico. Existe generalmente una baja en los ingresos.
*- En Adultos mayores “jóvenes” aparece la tendencia a buscar una nueva pareja
Todo este proceso lleva necesariamente a una reconstrucción de la identidad.
Para el terapeuta ocupacional de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile Jean Gajardo: “La viudez tiene un impacto relevante debido al papel que tiene el cónyuge, siendo en muchas veces la principal red social y de apoyo de la persona mayor, y también por los muchos momentos vividos que han configurado una biografía común entre las dos personas. La vida en pareja no solamente tiene una relación con el plano afectivo, sino que a lo largo de ésta se determinan otros aspectos de nuestra cotidianidad: junto al cónyuge se van creando actividades que realizar en conjunto, se adquieren hábitos y rutinas diarias, y desempeñamos roles junto a la persona que queremos. El momento de la viudez, junto al duelo y los aspectos emocionales que esto implica, también puede representar una transición ocupacional muy importante. Esto quiere decir que es probable que veamos alterada nuestra motivación por hacer las actividades que solíamos realizar, sintamos que nuestros roles ya no tengan el mismo sentido de antes dado que nuestro cónyuge no se encuentra con nosotros, y entonces es probable que dejemos de realizar las rutinas que teníamos y que nos permitían organizar y disfrutar el tiempo. Lo que sucede puede asemejarse a la transición en el momento de la jubilación, en la que debido a que dejamos de hacer la actividad productiva que durante muchos años fue el centro de nuestra vida diaria, sentimos que ya no tenemos más posibilidades de hacer nuevas actividades y tener nuevas rutinas que den sentido a levantarnos de la cama cada día”, comenta.
¿Qué hacer?
Para Jean Gajardo, terapeuta ocupacional lo central es: “Comprender que sentir una menor motivación por seguir haciendo las rutinas y actividades que realizábamos con nuestro cónyuge, es normal y esperable durante un tiempo. Luego, tendremos el desafío de “diseñar nuevamente” nuestra rutina diaria, tratando de incluir nuevas actividades y explorando nuevos intereses. Para esto, podemos partir con tomar un cuaderno, y anotar libremente qué actividades serían de nuestro interés para realizar, respondiendo a preguntas como ¿hay algo que me interesaría hacer, conocer, o saber? ¿Hay algo que haya pospuesto de hacer y que ahora podría realizar?. Otra posibilidad es acercarnos a organizaciones o centros del adulto mayor que se encuentren en nuestras comunas. En estos lugares encontraremos más fácilmente actividades que pueden ser de nuestro interés y que nos ayudarán a re armar nuestra rutina diaria. Y lo que es más importante, podemos también encontrar otras personas que pueden haber vivido o estar viviendo algo similar, y nuevas personas que pueden brindarnos compañía durante el día.
Los familiares también tenemos un rol esencial en este proceso, y podemos apoyar a la persona mayor, considerando siempre su autonomía, para que esta transición de vida tenga un buen curso.
La psicóloga María Jóse Gálvez complementa: “En casos de enfrentarse a la viudez, se debe alentar al paciente a que hable de las circunstancias que condujeron a la pérdida, su reacción a ésta, y el papel que cree que desempeñó en la misma. También alentar al paciente a que hable de la persona perdida y su historia relacional con ella, con todos sus altibajos. Se puede utilizar apoyos físicos (fotografías y otros recuerdos) para esta labor. Una vez que va cediendo la idealización de la relación, se pueden examinar las situaciones relacionales que produjeron cólera, culpa, anhelo, o tristeza inhibida, e introducir alternativas a su conceptualización”, señala.
Tips de ayuda
*- Darle atribuciones distintas a las que la persona tiene
*- Ayudar al acercamiento a la espiritualidad
*- Dar tiempo para que exprese sus emociones.
*- Ayudarla a encontrar un sentido a este sufrimiento.
*- Escritura de una carta al difunto.
*- Ayudar en la reconstrucción de la identidad y el manejo del tiempo libre.
*- Involucrar a la familia en este proceso.
*- Fomentar los cambios y toma de decisiones cuando sea necesario. (Cambio de domicilio, contratación de ayuda, cierre de locales comerciales, etc.).
Fuente: Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile.