Esta es la segunda parte de un maravilloso reportaje hecho por Revista Paula en su edición aniversario, dedicada a la mujer que vive en plenitud la madurez de la vida.
Una mujer de 70 años puede estar empezando la universidad, entrenando para un mundial de atletismo o marchando en la calle por sus derechos. Puede que haya decidido hacer un viaje sola, casarse otra vez o convertirse en monja tras años de vida en pareja. Hoy, que la esperanza de vida de las mujeres supera los 80, cada vez más chilenas de 70 están activas y llenas de planes. Decididas, abrazan los sueños de los 15 con la fuerza y libertad que solo se alcanza con el paso de los años.
VIEJAS VERDES
“Pudahuel es una de las comunas más contaminadas de Santiago, y siempre hacemos noticia por eso. Pues bien, nosotras, 20 mujeres mayores de 60 años del sector, vamos a cambiar esta situación”. Así resume Rosa Lamilla (66) la labor del club Paz y Amor de Pudahuel, del cual es presidenta. En un invernadero comunal que construyeron gracias a un fondo concursable hacen compost y plantan lechugas, acelgas, choclos, porotos, frutas y flores que reparten entre ellas y comparten con algunos vecinos. El año pasado emprendieron, además, un plan de reciclaje, en el que los vecinos llevan cartones, tarros y papel. “Nosotras no tuvimos una cultura ecológica, pero es importante formarla. Por eso estamos siempre haciendo actividades en el huerto con la comunidad. Siempre estamos inventando cosas nuevas porque nosotras, aunque somos viejas, también nos estamos reciclando”.
ACTIVISTA
Cuando se jubiló, hace cinco años, la profesora de Tecnología Mariela Calderón (67) conoció la realidad de vivir como pensionado. “Al conversar con otros colegas me impacté. Muchos recibían una pensión que no llegaba ni al sueldo mínimo”. Entonces, Mariela, que no es militante de ningún partido político, comenzó a asistir a reuniones de jubilados en el Colegio de Profesores de Chile. La actividad gremial la cautivó y desde hace tres años se dedica a ello por completo. Es creadora y presidenta de la Asociación Gremial Nacional de Pensionados del Sistema Privado de Pensiones de Chile y tesorera de la Central Unitaria de Jubilados, Pensionados y Montepiados de Chile. Desde esa tribuna ha salido a marchar a las calles y ha participado en la comisión del Senado para el estudio de reformas al sistema de AFP. “Siento esta lucha como una responsabilidad, no puedo dejarles el mundo así a los jóvenes. No quiero quedarme en la casa viendo televisión sin hacer nada. Las personas mayores hemos hecho este país y si ahora Chile está bien, es por ese trabajo. Voy a seguir dando la pelea para que este sistema cambie”.
INDEPENDIENTE
La libertad ha sido siempre fundamental para Odilia Socías (75). Tanto, que cuando a los 70 años, producto de un asma que se complicó, se dio cuenta de que no podía seguir viviendo sola, decidió buscar por sí misma una residencia para mayores y se inscribió en el Seniority Living de Ñuñoa. Cuenta: “Viví un tiempo con mi hermana y luego con un sobrino nieto, pero a mí me gusta mi independencia. Fui a la universidad, trabajé, viajé. Pude romper las cadenas de mi generación porque antes te criaban solo para ser dueña de casa, ¿por qué voy a perder la libertad que siempre tuve solo porque estoy en la última etapa de mi vida? Tuve la fortuna de jubilarme con el sistema antiguo y me alcanza para mantenerme. No tengo por qué ser una carga para nadie. Aquí tengo amigas, lo paso bien y sigo sintiéndome una mujer libre”.
ENAMORADA
En noviembre de 2012, usando el mismo vestido con el que aparece en esta foto, Margarita Anfonie (79) se casó con Eduardo Jara. Llevaban siete años de pololeo. “No imaginé que a los 70 volvería a enamorarme. Había quedado viuda hace diez años, después de 45 de matrimonio, y pensé que no habría otra historia de amor en mi vida. Pero él me conquistó”, confiesa Margarita. Eran amigos y compartían en el grupo de coro de Vitamayor. Un día él la invitó a tomar un mango sour. Luego a bailar. Durante seis meses no le contaron a nadie de su relación. Ni a los hijos de él, ni a los de ella. “Estábamos calleuques”, dice Margarita. Hasta que un día una amiga los pilló dándose un beso y todos los felicitaron. “Hemos viajado, hemos paseado. En crucero, en avión. Lo más lindo es cuando estamos horas leyendo sin hablar ni una palabra, pero sabiendo que estamos uno al lado del otro. Eso no tiene precio. Es algo tan maravilloso que no sé cómo explicarlo”.
Fuente: Revista Paula.