Familia y salud parecen estar estrechamente relacionados. Así lo han demostrado dos estudios llevados a cabo en Estados Unidos y en Europa. El primero asocia el matrimonio a un mejor estado de salud y el segundo el ser hijo único a un incremento del riesgo de padecer asma.
Dos estudios llevados a cabo en Estados Unidos y Europa han puesto de manifiesto las posibles relaciones que existen entre el estado familiar de una persona y su salud. En este sentido, los americanos han demostrado que los adultos que están casados gozan de mejor salud que aquellos separados, divorciados o viudos.
El trabajo, que ha sido llevado a cabo con 127.545 personas entre los años 1999 y 2002 en los Centros de Control y Prevención de Enfermedades del país norteamericano y publicado en la página web de la ‘Harvard Medical School’, ha concluido que “en general, los adultos que han contraído matrimonio eran los que tenían menos probabilidades de padecer problemas de salud y de adoptar comportamientos que supusieran algún riesgo para ésta”. Según Charlotte Schoenborn, estadista de la salud, “la excepción se encuentra en la ganancia de peso”.
Pero además de gozar de mejor salud, los autores han encontrado que los casados padecían menos dolores de espalda, jaquecas y estrés. Incluso, observaron que eran los que menos bebían y fumaban y los que realizaban más actividad física.
Sin embargo, este grupo poblacional no es inmune a los problemas de peso. En la actualidad, más de la mitad de los adultos (casados o solteros) padecen sobrepeso u obesidad, esto supone el 56,7 por ciento.
El segundo trabajo, llevado a cabo por expertos de la Sociedad Europea de Neumología y Cirugía Torácica, ha puesto de manifiesto que los hijos únicos o los que pertenecen a familias poco numerosas son más susceptibles de padecer asma en la infancia o en la madurez.
Los expertos coinciden en que circunstancias favorecedoras de infecciones como ir a la guardería, tener hermanos mayores o convivir con animales domésticos conceden un cierto grado de protección contra la enfermedad, que afecta a entre el siete y el diez por ciento de los niños españoles. Esta hipótesis se debe a que en determinados casos los procesos infecciosos sufridos en la primera infancia pueden contribuir a adelantar la maduración de la respuesta inmune, lo que se traduce en una mayor resistencia del organismo del niño frente a aquellos factores susceptibles de provocar la patología.
Fuente: www.saludmagazine.com.mx