Mientras algunos acusan no tener trabajo, pagar el 7% de salud y que no se considera su experiencia, otros dicen tener tiempo para disfrutar de la familia y adquirir conocimientos nuevos. Son dos caras de la tercera edad en el segundo país con mayor cantidad de adultos mayores en Sudamérica.
«Maldita vejez», decía uno. «Bendita vejez», decía otro. Así fue el duelo epistolar que se dio en la sección Cartas al director de «El Mercurio», que, desde el sábado pasado, motivó el debate entre los lectores sobre las ventajas y desventajas de pertenecer hoy a la tercera edad en Chile.
Una realidad que refleja un aumento en la cantidad de adultos mayores: de 35,4 por cada 100 niños en 1990, a 68,4 en 2010. «Cuando me negaron un seguro de viaje en mi Isapre porque tengo más de 60 años, pensé en una persona que ha vivido en una buena situación, pero que no se puede valer por sí misma, como mi madre, de 102 años, que tiene una pensión de $206 mil y necesita dos enfermeras. Mientras, veía los boches de los estudiantes y pensaba ¿quién se preocupa por los viejos?», dice Gustavo Palacios (74), autor de la misiva titulada como «Maldita vejez». Por su parte, Gustavo Alliende (84), comenta que él vive una «bendita vejez», pues disfruta a sus nietos y bisnieto, asiste a un taller literario en la Municipalidad de Providencia y se atiende por FONASA.
Invitados a «El Mercurio» para debatir, ambos concordaron en que, aunque son profesionales y han pagado contribuciones toda su vida, sus jubilaciones son bajas. Entre los temas que más les preocupan, además del alto costo de un 7% en salud, es que no se considera el aporte que pueden hacer a la sociedad. Para ellos no se trata de aumentar la edad de jubilación, sino de que se les considere como consejeros o asesores en cargos de empresas. «Los viejos podemos aportar una mirada más tranquila, la experiencia», dice Palacios.
Claves para una «bendita vejez»
Ambos forman parte de una nueva generación de adultos mayores en Chile, en la cual el 75% es autovalente, según la encuesta CASEN 2009. Además, el 13% de ellos trabaja, pero el 56,3%, según la encuesta Calidad de Vida en la Vejez 2010, realizada por la UC y la Caja de Compensación Los Andes, dice estar procupado de tener que depender de otras personas. A la vez, el 41,7% teme quedarse solo y el 31,2% dice que no quería dejar de trabajar, pero tuvo que hacerlo por problemas de salud.
Para los expertos de la UC hay también cambios prácticos que realizar. «Hoy no existen planes de trabajo a honorarios para ellos, pero tampoco elementos tan simples, como que los semáforos tengan tiempos más largos para cruzar», señala Macarena Rojas, subdirectora del Programa Adulto Mayor UC.
Ante esta nueva generación de personas de tercera edad, el llamado de los expertos es a promover un envejecimiento activo. «Es clave que estén informados, porque hay muchos servicios para ellos en el sector público y en el mercado», explica la directora del Senama, Rosita Kornfeld.
Una de las grandes preocupaciones de los expertos es la falta de especialistas no sólo para atenderlos en los centros de salud, sino que también en todas las estructuras de la sociedad, que deberían prepararse para el aumento de esta población en Chile. «Hay una negligencia como sociedad. Cuando nace un hijo no permites que no lo atienda un neonatólogo, pero si tu padre tiene problemas geriátricos, lo va a atender cualquier médico porque faltan especialistas», alerta el presidente de la Sociedad Chilena de Geriatría y Gerontología y geriatra del centro médico MEDS, Juan Carlos Molina.
Al interior del gobierno, incluso, se ha mandatado que todos los ministerios tengan una agenda prioritaria para el adulto mayor, para que se haga énfasis en esta población.
Fuente: El Mercurio.