En muchos países se han implementado políticas públicas a favor de los adultos mayores, pero se advierte incapacidad en la puesta en marcha dado que no hay personas especialmente preparadas.
Los cambios demográficos experimentados en el último tiempo demuestran el proceso de envejecimiento que experimenta el mundo. El envejecimiento afecta a todas las estructuras de la sociedad y produce una necesidad de servicios de cuidado adecuado para los adultos mayores, por eso hay urgencia de incorporar cambios significativos en las estructuras sociales que han estado vigentes hasta ahora.
Se tiende a creer que el problema del anciano es social y se desestiman los informes que señalan que los tres problemas más relevantes para ellos, según importancia son: mala salud, soledad y pobreza. En el hecho, en muchos países no existen servicios, programas estructurados de cuidado, ni personas capacitadas para tomar decisiones que permitan afrontar correctamente el desafío del envejecimiento.
Una población mayoritariamente adulta cambia la dinámica en la demanda de bienes y servicios, se generan nuevas necesidades y se plantean grandes desafíos. Los adultos mayores se transforman en población objetiva altamente atractiva para aplicar programas culturales, educativos, de recreación, etc., y en general de una gama de servicios aún por conocer.
Uno de las tareas inmediatas que debe abordar la sociedad mundial en general, es preparar profesionales y técnicos competentes que sean capaces de abordar proyectos y asumir tareas que estén dirigidas a promover y desarrollar una cultura de servicios para los adultos mayores.
En el ámbito de la medicina, la especialidad que atiende a las personas mayores de 60 años es la geriatría, una especialidad que aún no está suficientemente desarrollada en Chile donde las estadísticas muestran un claro déficit en la cantidad de médicos geriatras que se requieren para atender a esta población, considerando el número creciente de personas que requerirán de estos servicios.
En muchos países se han implementado políticas públicas a favor de los adultos mayores, sin embargo, se advierte una incapacidad en la puesta en marcha de las mismas, dado que no existen personas especialmente preparadas. Hoy es urgente asumir un compromiso país en este aspecto, la formación y/ o especialización de profesionales ya no puede esperar.
Se requiere formar profesionales especialmente orientados a resolver demandas específicas de este grupo etario como médicos, enfermeras, nutricionistas, kinesiólogos, asistentes sociales, etc. En el ámbito técnico, es imprescindible formar personas con las competencias necesarias para interpretar las necesidades que este grupo vaya generando y las pueda transformar en proyectos viables.
Entonces, podemos decir que las instituciones de educación superior deben abordar este vacío e incorporar en su oferta académica alternativas de formación relacionadas con estas demandas.
Fuente: Instituto del Envejecimiento.